miércoles, julio 19, 2006

La práctica educativa como imagen fija

Algunas consideraciones sobre el uso de imágenes fijas en el proceso de enseñanza aprendizaje

Sin duda en el imaginario colectivo del proceso educativo actual, domina un inmovilismo respecto al uso de recursos que renueven o refresquen con impacto positivo la propia práctica educativa. El uso de imágenes fijas, como fotografías en papel o formato digital, pinturas, entre otros, conforma una opción poco trabajada en nuestros días, aun cuando representa alternativas de apertura para generar un mayor dinamismo en el proceso de la Comunicación Educativa. Sin aventurarnos a una aseveración mayor, considero que esto es resultado de la formación dominante en la planta docente, donde privan más las visiones personales que la apertura a otros rubros de la esfera didáctica y pedagógica, caracterizada en la mayoría de los casos, por la desatención a opciones distintas a las propias prácticas y conocimientos, como lo puede ser el uso de imágenes fijas.
Pensando en mi área laboral en el bachillerato, considero que este recurso es una necesidad mucho más que una opción, porque los estudiantes han generado una estructuración del mundo a partir de elementos audiovisuales, donde la imagen ha sido, es y será central en sus procesos de vida, sean cognitivos escolares o no lo sean. Donde su ‘incorporación’ al aula representa un acercamiento a espacios de significación y construcción de posibles aprendizajes con sentidos transversales. Si un docente no hace uso de ellas, esta cortando o negándose a una alternativa para generar reflexión y vinculación de contenidos con los conocimientos o ideas previas de sus estudiantes, corriendo el riesgo de convertir sus cursos en una fotografía fija que niega la posibilidad de cambiar para mejorar, ya que sus estudiantes se han formado en un mundo dominado por los medios audiovisuales y, la mayoría de los docentes se ha incorporado con diversos ritmos al mundo audiovisual, razón suficiente para afirmar que este recurso es más una necesidad que una opción para el ejercicio docente en nuestros días.
Sin embargo habrá que dimensionar hasta donde y en que momentos de un curso regular se recurrirá a este recurso. El peligro común de fetichizar las opciones, anquilosándolas al usarlas como algo acabado que por sí mismo generará más resultados contraproducentes al repetirse el esquema de ‘lo novedoso’ aunque no lo entienda o comprenda. Por ello en la actualidad se usan poco o de forma restringida por la falta de apropiación de sus diversos elementos favorables para fortalecer el proceso de aprendizaje y enseñanza en el aula.
Albafetización visual, una necesidad para la sociedad contemporánea, es la propuesta de algunas corrientes desde la psicología, la comunicación y la pedagogía, proceso que ha de abarcar no sólo a los docentes, sino también a sus estudiantes y a los familiares de estos. Aspiración grande, porque la sociedad actual permanece más en la recepción y la pasividad, aceptando participar cuando se le invita y no tomar la iniciativa. Se plantea que una sociedad alfabetizada visualmente tendrá más posibilidades de actuar críticamente, sin embargo no es un seguro resultado, la multiplicidad de intereses y concepciones de vida son un contrapeso para este fin. Tal vez el imaginar un mundo global donde prive una visión común sea una condición para ello, sin embargo las tendencias societales apuntan al resurgimiento de los nacionalismo y o regionalismos, donde esta pesando más el sentido local que alguno externo. En estas condiciones me parece que el reto es avanzar en esta alfabetización pero sin perder de vista los contextos socioculturales donde se realice, a la vez de fomentar desde todos los espacios posibles la comunicación y la reflexión como base de construcción de acuerdos o consensos que generen acciones conjuntas ante los problemas actuales. Porque ¿podemos pensar en el logro de una cultura de la imagen, como una práctica que vaya más allá de la alfabetización visual en el aula? Por supuesto que si, pero pensarla como algo común en la práctica educativa implica retos considerables tanto en la formación docente como en los sentidos curriculares, donde este aspecto no se fomenta de forma explícita en las diversas áreas de conocimiento, excepto a las propias asignaturas que la trabajan.
México D.F. julio de 2006.