domingo, julio 23, 2006

Libro digital y de texto

¿Interdependientes o excluyentes?
¿El libro digital remplazará al libro impreso?: mito o realidad.
Por Jorge Galindo

Nuestro mundo vive en lo que Manuel Cazadero (Las revoluciones industriales, 1994) ha denominado, Tercera revolución tecnológica industrial, caracterizada por los cambios en la dinámica general de la sociedad actual. Desde los procesos macro en lo económico, social, cultural, entre otros, hasta los micro procesos donde los sujetos realizamos nuestras actividades en un entorno tecnológico que ha transformado los tiempos (ritmos) e imaginarios de las relaciones cotidianas. Similar a lo acontecido con la primera y segunda revolución.
Cambios que han generado nuevos medios de almacenamiento, manejo transformación, organización y distribución, entre otros, de la información; ejemplo de ello es el llamado libro digitalizado o electrónico, el cual se ha de diferenciar del hipertexto como una variable del libro electrónico
[1]. Así el hipertexto se caracteriza por una estructura organizativa y de diseño, basada en hipervínculos dentro del marco del propio texto o de la autopista de la información. Ambos, sin embargo son variaciones del texto digital pero con características y posibilidades muy diferentes entre sí.
Ahora bien, el texto impreso ha dominado dentro de los usos y prácticas de almacenamiento y manejo de información (y o conocimiento), el cual ha tenido sus ventajas, por ejemplo fue parte de los factores de cambio hacia el llamado mundo moderno, cuando hizo posible la ampliación de posibles lectores al aumentar a un costo menor y mayor rapidez los conocimientos e información en uso o que se generaron en ese tiempo. Sin embargo con los cambios actuales la digitalización ha generado un crecimiento insospechado de difusión, almacenamiento, manejo y acceso al conocimiento e información. Hecho que ha venido planteando la polémica sobre la pertinencia de los textos digitalizados. Al respecto pensemos en las tres posturas generadas; una que habla de la impostergable necesidad de educar con los medios, otra de educar para los medios y la tercera de educar en los medios. Cada una representa una concepción distinta del papel y por lo tanto de la estructura del texto digital, así como del estudiante y docente que han de participar en dicho proceso.
Si pensamos en educar, estamos involucrando el uso de algún texto sea este impreso o digitalizado. Sin embargo se ha afirmado la paulatina desaparición del texto impreso en aras del texto digitalizado argumentado a partir de los avances tecnológicos que rigen actualmente. No obstante, se sigue utilizando el texto impreso de forma regular en diversos momentos e intenciones educativas.
Para los defensores de una visión más cercana a la tecnocracia, el dominio del texto digital es una cuestión de tiempo. Pero en términos de la práctica educativa, los textos impresos siguen estando en la base del quehacer educativo, como principio organizativo de las actividades en el aula. Pensar en el dominio de uno o de otro texto en nuestros días parece más un problema especulativo que objetivo, principalmente por lo señalado, en tanto las ventajas y desventajas que cada uno posee. Razones que nos llevan a reconocer su interdependencia por encima de su mutua anulación y o exclusión.
En los lugares con entornos tecnológicos sustentados en una formación para el manejo de textos digitales con sentidos sistémicos, las posibilidades de dominio de estos son altas, sin embargo no será absoluta, porque de varias formas estará presente el texto impreso. Y en el caso contrario, con poca o nula tecnología, el texto impreso es básico para el manejo de información.
Combinar en lo optimo el uso de ambos textos sería lo más productivo, sin olvidar que ello demanda en los actores involucrados, una formación y visión distinta a las dominantes actualmente, donde los aspectos epistémicos se tienen que hacer explícitos tanto como los ontológicos y metodológicos de ello desprendidos para concretizar una práctica educativa que potencie las posibilidades de aprendizaje que ofrecen ambos tipos de texto. De esta forma estaremos más acordes con los cambios tecnológicos que orientan nuestra vida, al combinar lo permanente del pasado con las innovaciones del presente que pueden configurar un futuro posible. En este caso la coexistencia de ambos pero con un nuevo sentido y enfoque a partir del trabajo con enfoques que apuntan a la articulación de saberes, en tanto que el hipertexto (como el ejemplo más acabado de texto digital) presenta una estructura que se asemeja a la de la transdisciplinariedad entendida como la ejecución de una axiomática común a un conjunto de disciplinas (Piaget) Integración ya no solo parcial sino global dentro de un sistema omnicomprensivo mucho más cercano a las tendencias educativas actuales que al texto impreso tradicional.
Sin embargo las múltiples interrelaciones que efectúa un lector, se potencian con los hipertextos los cuales permiten y promueven las lecturas no lineales, en clara analogía con las tendencias transdisciplinares, donde el sujeto esta articulando, reconstruyendo, reconstruyendo (enfoque retrospectivo) o construyendo relaciones entre sus propios conocimientos e información, acción que le permite una comprensión mayor en la medida de hacer consciencia de dichos procesos y, la lectura no lineal es un campo propicio para realizar estas actividades cognitivas. Así podemos ver en el hipertexto elementos análogos a la transdisciplina que el texto impreso no permite con facilidad y autonomía, porque con el hipertexto puedo encontrar a través de los hipervínculos diversas opciones sobre mis distintas dudas y o inquietudes respecto de lo tratado. Sin embargo es importante considerar la dependencia de los recursos tecnológicos para trabajar cualquier texto digital, incluido el hipertexto, hecho que no se presenta con el texto impreso, donde la información esta contenida siempre que el lector la quiera leer, revisar, constatar, comparar, entre otras cosas.
La existencia de los textos digitales como resultado de las nuevas tecnologías, sin duda han alterado los ritmos y espacios de relación donde tienen cabida, sin embargo encontramos por lo general, la existencia de textos impresos como soporte del digital. Reitero, en nuestros días no podemos pensar en una separación de ambos tipos de textos, mucho menos en la desaparición de uno como su anulación total en la vida humana. En nosotros quedan los retos para reconfigurar los diseños y relaciones entre estos, así como nuestra propia reorientación y concepción de cada uno de ellos para nuestras prácticas docentes y cotidianas.
Ciudad de México, julio de 2006.


[1] Este último presenta por lo general una versión digitalizada de un texto impreso sin cambios como estar hipervínculado dentro de sí mismo o con otros textos.